Reflexión y agradecimiento.
La vida es un constante examen. Algunos son difíciles de enfrentar y otros nos atrevemos porque nos parece fácil de hacerlo.
En el día de ayer, tanto mi hijo como yo enfrentamos examenes, en tanto difíciles para cada no, él por su lado el examen que le permitiría seguir en el colegio y yo una cirugía que me permitiría saber cómo está del todo mi salud.
Lo duro del momento además del examen era el hecho que estamos a varios kilómetros de distancia, él en nuestra ciudad, en Paraguay mientras que yo en Brasil.
Cada uno de nosotros estuvo desde temprano preparándose para enfrentar su respectivo reto, para él el reto pasaba por la dificultad de enfrentarse solo al examen, ya que su madre, mi esposa, se vio obligada a acompañarme en este viaje.
Por mi lado la preparación fue más leve, por la compañía, no así el temor que me acompañaba por el posible resultado, ya que la operación cuyo mayor riesgo consistía en manipular el nervio facial, eso me tenía inquieto.
Los nervios por lo que estaba por ocurrir en el día de ayer nos llevó con mi esposa a recuperar algunas prácticas que habíamos abandonado, como la de rezar juntos. Costumbre que dejamos de lado con el tiempo. Fuimos decayendo nuestra práctica místicas, dejando de lado la buena costumbre de unirnos a dar gracias a la vida y orar por los demás. Ayer recuperamos la memoria.
A media mañana nuestro hijo nos avisó que había salvado el examen y eso nos llenó de alegría y nos hizo olvidar por un momento que estábamos en el hospital del cáncer de Sao Paulo, donde personas con diversos rastros de ésta enfermedad te recuerda que debes cuidarte y que con ella no se juega, para mi son más que eso, son personas luchadoras que no se entregan, que vienen a reclamar a la vida una nueva oportunidad, un día más.
Hay que ser fuerte para ver la realidad propia y más la ajena.
Al final de la tarde la prueba había concluido, los detalles me los guardo, los nervios de la espera, porque en esta ciudad, Sao Paulo, hay tanta gente que se hace fila hasta para entrar al quirófano. El resultado de la operación la sabré en algunos días, pero de mis miedos algunos se cumplieron, tengo parte de la cara entumecida, el tumor o que estaba molestando estaba metido entre las ramificaciones del nervio facial. Nada que con una buena fisioterapia no se pueda curar.
Doy gracias por las pruebas que llevamos en la vida, un gran señor, todo un sabio de la vida, decía que daba gracias a Dios por las pruebas y los problemas, porque así su vida no era aburrida.
Gracias por un nuevo día,
Nicolás Arzamendia
marzo 2015
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