TRES APELLIDOS.
19/7/2016
1- LA CORTA FAMILIA
Asunción de 1940.
Es hora de recreo en el colegio. Pilar de trece años corretea en el patio del colegio con sus compañeros. Prefiere jugar con los varones más que con sus congéneres. Juega con cierto temor, no quiere ensuciar de más el guardapolvo para que su madre, Dolores, no la castigue, aunque como es la preferida y única nieta de Felisa, tiene quien abogue por ella. Es la menor de una corta familia de tres mujeres. Si, su familia está compuesta de su abuela, su madre y ella. Cuando ella preguntó por los varones de la familia, todos resultaron ser héroes caídos en la revolución de 1936 o durante la guerra del Chaco. Pilar nunca cuestionó.
El retorno del colegio es a pie e incluye una escala en la esquina donde queda a deleitarse,con cierta timidez, con el paso del “elegido”, aquél que la obliga a apurarse a la salida dejando atrás asus amigos y le da ánimos a ir todos los días a la escuela. Él pasa por la vereda de enfrente, casi siempre distraído sin levantar la vista del piso, salvo aquella vez que la miró y el rubor se pudo notar ala distancia.
Al terminar su contemplación diaria rumbea a su casa donde le espera su abuela Felisa con la merienda. La abuela, mujer de físico grande, de mucha personalidad y matriarca de la corta familia, la aguarda sola, porque Dolores, -su madre-, aún no llega de la escuela. Si. Ambas van a la escuela, Pilar como alumna y Dolores como profesora. Pilar está orgullosa de su madre, aunque la abuela emita comentarios contrarios.
Dolores camina lento. Su cuerpo no es tan grande como el de su madre pero si relleno. Se bambolea mientras saluda y conversa con los vecinos que encuentra por el camino. Dolores no hace justicia a su nombre, su gran alegría e interminable sonrisa la hacen acreedora del cariño de los que la conocen. Dice ser profesora, pero solo es ayudante en una escuela nacional que recibe a niños carenciados o abandonados. Esa es la razón por la que trabaja allí y del porque el dinero no es suficiente.
Como todas las tardes, Dolores se une a la merienda familiar bajo el parral de la parte trasera de la casa. Alrededor de la mesa las tres mujeres se alimentan. Pilar disfruta del cocido con leche y galleta cuartel, mientras que las mayores se arreglan con lo que pueden. No alcanza para todas.
Al terminar de merendar, Pilar que no se ha sentado por las sobradas energías que tiene, pide permiso para ir a jugar con los chicos del barrio. Felisa aprovecha el momento y encara a Dolores sobre el tema que le tiene a mal traer: la falta de dinero. Felisa no está contenta con lo que juntan en la familia, cree que Dolores debe esforzarse más para mejorar sus ingresos.
Para Dolores este tema es agobiante. Está cansada de los comentarios sobre su trabajo y su pobre salario. Su madre insiste en que deberían vivir más holgado y que ella es una soñadora que no ha cultivado sus habilidades laborales. Conseguir un empleo no es fácil para las personas poco preparadas como ella. Dolores cansada de las eternas presiones de su madre se compromete, como siempre, a mejorar sus ingresos, a sabiendas de que está mintiendo. Pero está preocupada porque su madre no es de fiar y si no mejora por su cuenta, ella buscará otras alternativas. Eso sí le preocupa.
2-EL ENCUENTRO
La misa dominical es un acto social más que litúrgico, hunde más de lo que salva vidas, sobretodo cuando el cotorreo se inicia al terminar. En ella uno puede ser vanagloriado o destrozado, dependiendo de su estrella personal.
Las tres mujeres se encuentran con la familia amiga de Paraguarí, cuyo hijo estudia en Asunción y casualmente es el amor platónico de Pilar. Las presentaciones de rigor, implican saludos forzados, sonrisas y palabras tiernas.
Para Pilar implica rubor, taquicardia y transpiración. Por suerte para ella, Ignacio esconversador lo que le permite liberarse de la carga de la timidez, que se apoderó de ella cuando su amor platónico se le presentó de golpe y porrazo.
Felisa percibe la buena química entre los chicos y viendo de quién se trata piensa en facilitarlas cosas para que se conozcan mejor. Así surge una forzada invitación para un almuerzo en la quintade la adinerada familia en la zona del Ykua Satí, un hermoso lugar en los alrededores de Asunción.
Solo Dolores no estaba del todo contenta; sabía que su madre no daba puntada sin hilo, no así Pilar que quería seguir viendo a Ignacio.
Aunque el viaje de ida y vuelta a la quinta fue algo complicado, por los buses y los caminos polvorientos, Pilar disfrutó del día y sobre todo de la compañía de Ignacio.
La relación entre ambos crecía. Eso generó sentimientos encontrados en ambas familias: en la de Ignacio, las mujeres estaban con los celos de punta mientras el padre estaba contento. En la otra familia: Felisa pensaba que esa relación podría ser la solución a sus problemas. Dolores no estaba segura, la desconfianza hacia las intenciones de su madre la mantenían alerta.
Lo que antes fue el lugar secreto de contemplación de Pilar, ahora se había convertido en lugarde encuentros diarios. Estos continuaron, hasta que la hermana mayor de Ignacio comentó con su madre lo que había oído de la esquina mágica. Eso le valió a él un careo con sus padres queconcluyó con la sugerencia de su padre, -bajo presión y orden de la madre-, de alejarse de esa chica por su propio bien, por supuesto, para no descuidar sus estudios.
Ignacio presionado por las advertencias de sus padres y por el amor a Pilar decidió comentarle a ella sobre la orden. Así que en la misma esquina él le dejó una esquela en poder de ella y se fue sin explicaciones. Ella ansiosa leyó con prisa mientras él desaparecía en la otra esquina.
Preocupada por el semblante de su nieta y a sabiendas que su plan de relacionarla con Ignaciohabía sido interrumpido. Felisa le sugirió que se vieran en la casa, con el pretexto de que a los padresde Ignacio les molestaría que se encontraran en la calle y que sería buena idea invitarlo a merendar.
Felisa no dejaría pasar la oportunidad.
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